El Niño Interior

Aug 02, 2021

Todos en la vida pasamos por etapas en las que dejamos de ser recién nacidos, para ser bebés, dejamos de ser bebés y pasamos a ser infantes, dejamos de ser infantes y pasamos a ser niños, dejamos de ser niños y pasamos a ser adolescentes, dejamos de ser adolescentes y pasamos a hacer adultos y así sucesivamente hasta el dia en el que dejamos este cuerpo físico y volvemos al lugar de donde vinimos. Todas estas etapas de la vida son importantes, no existe una que sea más importante que la otra a pesar de que cada una de las etapas de la vida tiene su propio reto y no podemos negar que muchas veces cuando nos encontramos en alguna de estas etapas, quisiéramos salir de ella y estar en la siguiente porque queremos crecer a toda costa; cuando somos niños queremos ser adolescentes, cuando somos adolescentes queremos ser adultos y así pasamos la vida, sin disfrutar el momento que nos toca vivir en cada momento de nuestras vidas.

Es importante que sepamos que todos llevamos dentro en todas las etapas, un niño, si, un niño, al que debemos cuidar y a quien debemos mimar. Muchos de nosotros no lo sabemos pero cargamos con un niño herido durante los diferentes ciclos de la vida, que tarde o temprano se manifiesta por diferentes situaciones. Por ejemplo, cuando estamos en una relación y queremos que el otro haga lo que nosotros pedimos para hacernos feliz, en ese preciso instante, aparece el niño que no fue cuidado en su momento, o cuando no queremos hacernos responsables de las decisiones que hemos cometido y no tienen resultados exitosos, porque nos justificamos constantemente.

Así, existen muchos ejemplos de cómo sale este niño herido constantemente por que ha sido completamente olvidado. Esto sucede porque de pequeño tuviste situaciones que no te gustaron o fueron muy dolorosas, por lo tanto, se quedaron como un tema pendiente en tu vida; la falta de atención de papá y mamá, las peleas constantes en casa por diversas situaciones, un divorcio que tuviste que enfrentar, el constante bulleo de tus compañeros, alguna situación donde te sentiste rechazado o humillado. Todo esto lo reprimimos y queda con nuestro niño y cuando crecemos así, comenzamos a dejar estos pendientes en el camino, todo lo que nos disgustó, nos hizo daño o que los interpretamos de esa manera y por ende, nos cuesta seguir adelante en la vida.

El problema es que puedes cambiar de cuerpo mientras vas creciendo, pero seguimos siendo niños heridos por dentro. Esto quiere decir que no puedes convertirte en un adulto consciente, hasta que no hayas sanado ese niño indefenso.

Aquí es donde viene el trabajo retador, porque debes volver a encontrar todos esos pendientes que se quedaron en el camino de los cuales no pudiste hacer nada al respecto porque quizás estabas indefenso e impotente, solo luego de identificarlos, podrás resolver lo que en su momento no se pudo. Cualquier hecho impactante de la infancia, cualquier dolor no expresado, cualquier molestia en un momento que pudo convertirse en rencor, afecta tu hoy, razón por lo cual lo sigues cargando en tu vida. Quizás no te acuerdes de muchas cosas que te pasaron por el mismo dolor a recordar lo sucedido, sin embargo, el tiempo no cura las heridas, la consciencia es lo único que puede hacerlo. Cuando expandes tu forma de ver lo que te sucedió, el niño se sana y cuando se sana, el adulto puede hacer su trabajo, de caso contrario quien está tomando el timón de tu vida sigue siendo ese niño herido y el niño herido no sabe las consecuencias de ir al volante, porque no mide el impacto de sus acciones.

Cuando hagas consciencia de esto, el niño herido comienza a sanar y pasa al lugar de copiloto para dejarle al adulto dirigir el volante, pero de una forma mucho más alegre. Muchas veces nuestra falta de alegría se da porque hemos dejado a nuestro niño herido dominarnos, solo por mucho tiempo y cuando crecimos nos creímos el cuento de que ser adulto debe ser aburrido, serio y amargado. Cuando en realidad debería ser todo lo contrario. Si no estás disfrutando tu vida es porque quizás no le has prestado atención a ese niño que abandonaste hace mucho tiempo. Ya no es responsabilidad de tus padres cuidar de ese niño, ahora es responsabilidad tuya.

Cuándo fue la última vez que te reiste tanto que se te salio algo de la nariz? o te dolían tanto los abdominales que no podías más de la risa o empezaste a sacar lagrimas de tus ojos por tanta alegria? Cuándo fue la última vez que hiciste algo loco, saltaste en un charco te comiste tu helado favorito que te gustaba cuando eras niño, hiciste caras locas (muecas) bailaste solo o sola sin parar? Es necesario que vuelvas a tu niño para que puedas volver a renacer. Si esto pudiéramos hacerlo con más frecuencia, estoy seguro que muchos adultos dejarían de cometer tantos errores. Solo un niño herido tiene la capacidad de matar cuando es adulto, solo un niño herido tiene la capacidad de violar cuando es adulto, solo un niño herido tiene la capacidad de hacer el mismo daño que le hicieron cuando es adulto. Por eso tenemos una responsabilidad con nuestros niños porque lo único que podemos crear cuando sanamos a nuestro niño es un adulto consciente de su fortaleza y de la capacidad que tiene de ser feliz.

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